En 2004 nació en Cartagena un proyecto innovador y arriesgado de mano de un grupo promotor formado por profesores de secundaria, bibliotecarios, libreros, profesionales de la animación a la lectura, amantes de los libros, padres y técnicos de la concejalía de juventud.
Contra las voces que decían que la “juventud no leía”, que “los jóvenes estaban hipnotizados por los videojuegos” y cosas por el estilo, pusieron en marcha el Premio Mandarache que año tras año cosecha éxitos.
Los premios Mandarache se dividen en varias categorías: el Premio Mandarache de jóvenes lectores, Premio Hache de literatura juvenil o la red de clubs de lectura para mayores de 30 años.
A lo largo de cada edición, seis escritores pasan por Cartagena para vivir lo que alguno ha denominado de forma cariñosa “el peor trago” de sus carreras: el momento de tener que atravesar la puerta del paraninfo de la Universidad Politécnica y enfrentarse a las preguntas de 600 jóvenes.
En estos años importantes nombres de la literatura de nuestro país han participado en los premios como Kiko Amat, José Carlos Carmona, Luis Leante, Martín Garzo, Susana Fortes, Begoña Oro o Belén Gopegui.
Los premios Mandarache presumen de ser los premios literarios más democráticos que existen porque, lejos de expertos jurados, son los miles de lectores los que emiten su voto y eligen al ganador.
La edición de 2011 por ejemplo, los lectores de Cartagena otorgaron el premio Mandarache a una novela que fue considerada una de las revelaciones de la temporada. Fin, de David Monteagudo tiene hasta una versión cinematográfica.
El colofón final de cada edición lo pone la entrega de premios. En horario escolar, el jurado compuesto por miles de jóvenes cartageneros, asiste a la gala en la que los dos escritores ganadores viven de nuevo el espíritu Mandarache.
Espectáculos teatrales, siempre con el hilo conductor de la literatura, entretienen a los chicos entre premio y premio, porque no solo se entregan el premio Hache y el Mandarache; tres chicos también ven recocido su trabajo en tres categorías: mejor ilustración, mejor microrrelato y mejor crítica literaria.
Justo antes de terminar cada gala se anuncian los seis finalistas del año siguiente para así no escribir nunca “fin”, si no un emocionante “continuará…”.